En un ir y venir de encuentros parciales que dejan algo poco tangible y desarman mis múltiples anhelos, falsos, al parecer.
A veces me dejo creer en esos momentos en los que vislumbro otra realidad de suprema ligereza. Eventualmente llega un segundo sorpresivo en el cual ese estado desaparece y lo percibo como una gran carga de vacuidad. Posteriormente al segundo de sorpresa me veo en ese momento y pienso en cómo no lo vi venir, pues me ha pasado ya y con suficiente frecuencia.
El retorno a mi inconformidad habitual, lo incomprensible que me parece un verdadero compromiso, hacia una causa o idea, o lo que sea con lo que se comprometan aquellos que pueden hacerlo.